Saboreando la Palabra de Dios
Un Año de la Fe para intensificar
nuestro contacto con la Palabra de Dios y gustar de su alimento
Texto 2
Domingo 21 Octubre 2012
Este nuevo espacio que hemos iniciado a la par del Año de la Fe se
desarrolla a partir de las reflexiones compartidas con las comunidades de
nuestra parroquia de Cristo Rey y la Santa Cruz durante las homilías
dominicales. Por eso es un espacio que normalmente se publicará después del
domingo al que hace referencia. Y créanme, no importa. Lo importante es que
vayamos siguiendo la sucesión de lecciones que nos presenta, cual escuela de la
Palabra, los textos de cada domingo. Por eso le ha comparado este especio con un “cuaderno de notas”.
Estoy
firmemente convencido que no hay mejor manera de acercarse a la riqueza de la
Palabra de Dios que a través de los textos que nos presenta la liturgia
eucarística. Ella constituye toda una escuela progresiva y sistemática del
mensaje de la Palabra. Por eso me alegra particularmente que podamos ir
“coleccionando” esas lecciones a través de este espacio de internet. Sigamos,
pues, saboreando esta escuela de la fe. Ojala sirva a más de alguno para
“…redescubrir la alegría de creer y el entusiasmo de comunicar la fe” (Porta Fide # 7)
-0-0-0-0-0-
Saboreando
los textos del 29vo domingo de Tiempo Ordinario. Ciclo B
(Por cierto, Jornada Mundial de las Misiones.)
El reino de los cielos: el único tesoro de la vida
¿Recuerdan? Esa era finalmente la lección que privilegiamos de la Palabra de
Dios el domingo anterior.
Y si el reino de los cielos es el tesoro exclusivo
y excluyente de nuestras vidas, entonces toca ahora revisar a la luz de este
reino de los cielos todos esos criterios y valores que configuran eso que
llamamos “nuestro estilo de vida.”
Y los primeros criterios que la Palabra de Dios nos
invita a revisar en este segundo domingo que vivimos bajo la espiritualidad del
Año de la Fe, se refieren a la autoridad y al poder. Suena un poco raro
no? Empezar nuestra revisión de vida a la luz de estos conceptos. Pero ya
veremos que sí tiene sentido.
Empecemos por el evangelio (Mc. 10, 35-45). Vean ustedes lo que sucede, los mismos discípulos de Jesús tienen
serios problemas para comprender (¡y aceptar!) el sentido del poder y la autoridad en el reino de
los cielos. Los “hijos del trueno” (Zebedeo) se adelantan a lo que parece era
el oculto anhelo de todos los apóstoles: los primeros lugares del poder, junto
a la gloria de Jesús. Y el Señor tiene que ponerlos en su lugar: ciertamente el
bautismo de la cruz es para todos aquellos que permanezcan a su lado, pero los
lugares de honor “ya están reservados” por el Padre (misteriosa respuesta que
merecería un comentario aparte). Y entonces Jesús pone las cosas en su lugar: el que
quiera ser grande que sea servidor, y el que quiera ser primero que sea esclavo.
Servidor y esclavo, un significado y
un ejemplo que encierran el mensaje de Jesús sobre la autoridad y el
poder. Lo primero que tenemos que notar
en la respuesta de Jesús es que Él no niega el poder y el ejercicio de la
autoridad. Lo que hace es darle un sentido y un ejercicio completamente
distinto a los criterios mundanos. Dramáticamente nos señala el camino la 1era.
lectura (Is. 53, 10-11. Que mejor entendemos si tenemos en
cuenta los versículos 1 al 9, en especial el v.4: al que soportó nuestros
sufrimientos y cargó con nuestras faltas, le teníamos como un herido y afligido
por Dios). Pero
no, en el sufrimiento y la muerte, el enviado de Dios triunfó y llevó adelante
los planes de su Señor. Esta era su misión y este el poder para llevarla
adelante: el dar la vida en rescate por todos. Por eso puede exclamar el autor
del texto a los Hebreos (4, 14-16): “Mantengámonos firmes en la fe”, porque nuestro Sumo sacerdote ha
sido probado en todo, menos en el pecado. De su victoria podemos sacar las
fuerzas para llevar adelante también nosotros la voluntad del Dios Padre. Lo
haremos bajo su misericordia y auxilio oportuno.
Volvamos entonces al evangelio: en el reino de los
cielos la autoridad solo tiene sentido cuando se ejerce como un don de servicio
cuyo objetivo último es el bien de aquellos a los que se sirve. Y el máximo
bien a la que la autoridad puede anhelar es la salvación de aquellos que se les
ha confiado. Por eso el ejercicio del poder se vuelve un llamado al sacrificio:
quien tienen el poder deben ejercerlo para dar la vida siendo los que asumen el
compromiso (= sacrificio) de ser los primeros en luchar por la comunión, de
mantener el diálogo a toda costa, de jamás renunciar a la esperanza a pesar de
todos los obstáculos y fracasos, a ser los primeros en perdonar y buscar la
reconciliación, de creer siempre en la justicia y el bien común. En fin, las
bienaventuranzas son un buen modelo del compromiso-sacrificio con que el Señor
espera que ejerzamos el poder-autoridad.
Finalmente, en esta Jornada de Oración por las
Misiones, no olvidemos que el Señor nos ha concedido el poder de su Espíritu
Santo y espera que lo ejerzamos con autoridad, siendo los primeros en tener
siempre presente la misión de anunciar a otros el evangelio. La mejor prueba
sobre la vitalidad de nuestra fe es precisamente nuestra capacidad y
disponibilidad de ser instrumentos en manos de Dios para atraer a otros a la
Casa del Padre. ¿Cuántos más han creído en Jesús viendo tu ejemplo de vida?
Esto es lo que hace que la nuestra sea una fe vida, hermosa, atractiva: nuestra
capacidad de llenar con la luz del Señor a aquellos que nos rodean. De ese
poder del Espíritu quiere Dios que nos valgamos con autoridad. Recuérdalo en
este Año de la Fe.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Click to see the code!
To insert emoticon you must added at least one space before the code.